No nos atreveríamos a adjudicarle este
calificativo. Su mujer parece haberse
rebelado contra los designios de la naturaleza, según los cuales a las damas
les es humanamente imposible tener a la vista cuanto acontece durante el
contacto genital. Los caballeros, en
cambio, pueden observar en privilegiados primeros planos estos intercambios en
casi todas las posturas sexuales. Su
dama ha decidido recurrir al espejo para proporcionarse el placer de mirar todo
cuanto usted puede ver sin adminículo alguno, y sin que a nadie se le ocurra
tacharlo de voyeur.
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