Con la llegada del verano, la idea que motiva su
consulta adquiere inusitada popularidad.
Una cosa, sin embargo, es lo atractiva que luce desde el punto de vista
teórico y otra, la realidad de su trabajosa ejecución en algún lugar de las 200
millas. Para empezar, le recomendamos
acometer la empresa a una profundidad donde al menos uno de los dos tenga piso:
como Arquímedes sabía, con un punto de apoyo se puede mover el mundo, pero sin
él, la agitación del propio cuerpo no dura mucho. Por otro lado, si su recurso anticonceptivo
es el preservativo, le aconsejamos que su enamorado se lo coloque en tierra
firme, pues hacerlo bajo el agua y mientras se patalea para mantenerse a flote
es un reto digno de algún programa de concursos. Lo difícil, claro, será mantener el ímpetu
viril hasta llegar a las coordenadas marinas elegidas para el encuentro, pues
el proverbial frío de nuestras aguas territoriales conspira permanentemente
contra ese empeño.
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