Salvo que tena usted otros elementos de juicio que
sugieran lo que teme, su deducción es excesiva.
Las razones por las que una persona puede reaccionar con poco entusiasmo
ante el primer estímulo que se le presenta tras una prolongada pausa de la
actividad erótica son diversas. La
conciencia de que no se va a tener intimidad en varias semanas, por ejemplo,
puede motivar un “aletargamiento” del apetito sexual para evitar la frustración
del deseo insatisfecho. De otro lado, si
los celos son ya un ingrediente habitual de su relación, no sería de extrañar
que su novia esté maliciando lo mismo que usted a propósito del tiempo que
pasan separados y, en esa medida, responda con frialdad a sus avances cuando se
reencuentran. En lugar de tratar de
“calentarla” cada 35 días, tal vez debería conservarla tibia a lo largo de todo
el período de suspensión amatoria a través de llamadas y mensajes provocadores
que le permitan encontrarla en su punto a su retorno.
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