Podría decirse que su dama goza de inusitada
fortuna al despertar en usted, después de décadas de matrimonio, tan ferviente
deseo sexual, pues los años de convivencia se asocian más bien al
desfallecimiento de la pasión. Pareciera
haber una falta de sintonía entre la magnitud y frecuencia del deseo entre
ustedes, que no tendría por qué obedecer necesariamente a incursiones
extramatrimoniales de su dama, aunque ésta es una posibilidad que,
sinceramente, tampoco podemos descartar con seguridad. Quizá usted esté haciendo caso omiso de los
ritmos libidinales de su señora a favor, contraproducentemente, de los
propios. Intente mejores resultados
declinando de actitudes persecutorias.
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