Este fenómeno, bastante común entre los caballeros,
no es fácil de explicar, pero pareciera obedecer a razones culturales. Muchos hombres conciben que sus esposas son
“sagradas” y sienten que llevar a cabo ciertas “cosas” en el Campo de Venus con
ellas terminaría manchándolas y envileciéndolos a ellos también. Aun hoy, muchos viven el sexo matrimonial
estrictamente como un vehículo para la procreación y destierran de sus fueros
el erotismo “recreacional”.
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