Su necesidad de recibir caricias en pechos y
glúteos no es prueba de que usted abrigue dichas tendencias. La homosexualidad tiene que ver con el género
que despierte el deseo sexual; si lo suscitaran sólo las damas, heterosexual
sería usted. Usted concibe posaderas y
senos como terrenos privativos de goces femeninos y homosexuales, aunque su
cuerpo exprese lo contrario. Sepa que
para muchos varones amantes de las mujeres estas zonas altamente erógenas y
que, afortunadamente para ellos, no pocas féminas experimentan extremado placer
en recorrerlas, con la vista y con el tacto también. Algunos reniegan del gusto que usted confiesa
al sentir tambalear su virilidad. No lo
haga usted.
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