miércoles, 14 de mayo de 2014

He descubierto que mi amante, casado, tiene otra amante y no puedo tolerarlo. ¿Tengo autoridad moral para manifestárselo?


Su duda, que tormentosa crece, pareciera concernir más al mundo de la ética que al del Campo de Venus.  Pero muchas veces estas fronteras son difusas e irreales.  Su pregunta demuestra que en el territorio del “engaño” o más aún, en este mismo, los amantes clandestinos pretenden vivir entre ellos una pasión cuya verdad, por contraposición a la mentira “oficial”, es inquebrantable, fruto del puro deseo.  Expresa usted que el afán de exclusividad y de propiedad aflora sin aviso e, incluso, con más fuerza donde se supone reina la libertad.  Se siente ahora un eslabón de la delicada –y quién sabe cuán larga- “cadena alimenticia del deseo”.  Piénselo: ¿tiene usted el derecho de confesarle a su caballero que sólo quiere ser su única “otra”?



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