Es imposible resolver este conflicto de
intereses. El vello púbico crecerá a su
ritmo, a no ser que lo elimine definitivamente con láser, contentando así sólo
al amante de su calvicie. Para complacer
al otro, tendría que existir un medio seguro de acelerar vertiginosamente el
crecimiento del vello, pero no lo hay.
Autoadministrarse hormonas entraña complicaciones, entre otras, terminar
afeitándose pecho, abdomen, espalda y, probablemente bigote y barba. O adapta la frecuencia de sus intercambios
carnales al compás de la aparición de su frondosidad prolongando los lapsos de
alternancia con sus amantes, o logra que su Monte de Venus sea acogido con la
complacencia de ambos, sea desierto, sea poblado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario