miércoles, 17 de diciembre de 2014

Yo siempre tuve cuerpo

Yo siempre tuve cuerpo. Y mis padres también y mis hermanos así como con la gente que fui al colegio o a la universidad. Más tarde en los sucesivos trabajos que me gane la vida. Solo conocí a individuos corporales, por eso me choca que hablemos de él  como si se tratara de una adquisición reciente, cuando lo cierto es  que ya en la actualidad prehistórica  nuestros abuelos se desenvolvían con cuerpos  que en lo sustancial no eran muy distintos a los actuales. Sin embargo no hemos logrado convertir  esta presencia orgánica en un proceso rutinario; de hecho no vamos a ningún sitio sin el cuerpo, al que hemos convertido en el centro de nuestras atenciones y en el protagonista de los mensajes publicitarios, que son los más eficaces en la creación de modelos de realidad.

 Otra cosa rara es que, pese a las pasiones que despierta, aun no se sabe de nadie que haya conseguido tener más de un cuerpo, lo que sería muy ventajoso, incluso para quienes viven directamente de él .. Bien pensado, quizá sea la nostalgia de no poder tener más de uno lo que mueve al mundo. Algunos empresarios  se refieren a los trabajadores de su plantilla como si fueran órganos propios  “Mi empresa es una gran familia que da de comer a siete mil familias”, dicen cuando intenta conseguir algún beneficio de la Administración, y uno nota que se refiere a esas personas como a un conjunto de cuerpos que se multiplican  de laguna forma misteriosa. “Este año se han incorporado dos mil personas a nuestra cadena de montaje en Japón”, decía hace poco un magnate del sector automovilístico. La utilización habitual de este verbo incorporar da una idea de hasta qué punto la actividad empresarial bien a cubrir la nostalgia de no tener más que un cuerpo en exclusiva.

Cuando un empresario logra que su negocio adquiera el tamaño mínimo  exigible para ser temido o respetado en la sociedad en la que actúa, lo primero que hace es contratar a alguien capaz de diseñarle una imagen corporativa. A nadie le gusta que confundan su cuerpo con el del otro, aunque sean iguales, de ahí que ganen  tanto dinero quienes se dedican a construir las señas de identidad de los grandes monstruos financieros. Y cualquier empleado que pretenda progresar no ignora que hay un estilo IBM, Philips, Moris, o TWA, al que debe ajustarse su comportamiento: Más de uno ha sido relegado a tareas secundarias por carecer de identidad corporativa…… Continuara

Artículo de Juan José Millas  las fotos son de Juan Hidalgo “Hombre , mujer y mano”.


No hay comentarios:

Publicar un comentario