martes, 17 de marzo de 2015

El templo de Sodoma

EL TEMPLO DE SODOMA

Diré que me llamo Rosa (mi nombre real es otro). Tengo 31 años y hasta el día de hoy no he experimentado lo que el hombre con el que salgo (ojo, hace sólo dos semanas) llama y reclama como un “ingreso al templo de Sodoma”. Que es gracioso cómo lo dice, no hay duda. 

Desde que tuve 17 años formé parte del Opus Dei, y a los 25 decidí convertirme en numeraria (una especie de monja laica). Hace apenas un año dejé el Opus Dei por razones que no vienen a cuento. Sigo yendo a misa y creo en Dios. 

Desde que volví a la “vida civil” decidí abordar con mayor soltura mi sexualidad, pero desde que conocí a este hombre mis convicciones, ésas que aprendí con el Opus Dei, han tambaleado de una manera que yo misma me asusto. No es que él sea un pérfido ni un libertino. Sólo dice que, a mi edad, ya es hora de que “cambie de religión”…uds entienden. 

Mi confesor (aún lo tengo) me dice que rechace esas propuestas por deshonestas e indecorosas, pero algo en mí, quizá olvidado durante tantos años de abstinencia, se resiste a leer como medida de penitencia, por ejemplo, más de dos o tres líneas de los Salmos o los Proverbios, e incluso esos pasajes donde la Biblia nos cuenta las razones por las que Sodoma y Gomorra sufrieron la ira de Dios. 

Me siento en un aprieto y no sé qué hacer. Agradeceré cualquier comentario. Gracias, “Rosa”.      

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