Si esta explicación no fuera pedida por los
infantes, quizá dados a percibir este acto con la naturalidad de la que muchos
adultos son incapaces, no habría por qué dársela. Si de ellos naciera la demanda, se evidenciarían
un incipiente prejuicio cultural tempranamente inoculado o el mero asombro
frente a una escena nunca vista, y entonces se impondría una explicación. Hay besos y besos: los cariñosos y los
eróticos, sin distinción de géneros. Es
lo que los pequeños debieran saber: que los besos entre los hombres son y expresan lo mismo que los besos entre
hombres y mujeres. Usted estaría en
mayores aprietos si un avispado niño repreguntara por qué los varones no se
besan en los cines, en las veredas, en los parques. Pero tendría que responderle.
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