Esta creencia, falsa y extendida, se basa en la
peregrina idea de que la ausencia de contacto con el miembro viril exime de
esos peligros. Entre las féminas hay
riesgo de transmisión de VIH y otras ETS, como el virus del papiloma humano, la
sífilis, el herpes y la vaginitis. Las
damas deben tomar medidas, por aparatosas que parezcan, para evitar el
peligroso intercambio de fluidos corporales (sangre y secreciones vaginales):
usar protectores durante el cunnilingus y el roce sexo-sexo, evitar contacto
con la sangre y forrar con nuevos preservativos juguetes sexuales al
intercambiarlos. El sexo lésbico está
sujeto a riesgos semejantes a los que comporta el heterosexual y las
precauciones debidas son, esencialmente, las mismas.
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