El Instituto Tecnológico de
Massachusetts ha desarrollado un chip computarizado manejable a control
remoto. El dispositivo, que libera dosis
de una hormona anticonceptiva, podría ser detenido en cualquier momento
mediante el control a distancia. A
diferencia de otros implantes, éste no requiere desplazarse a una clínica para
desactivarlo, y otorgaría ventajas a quienes planean procrear y a quienes viven
donde el acceso a anticonceptivos tradicionales es limitado. Saldría a la venta en 2018, previas
garantías: que el mecanismo no pudiera ser manipulado por otra persona sin el
conocimiento de la portadora. Este
riesgo se evitaría si el control funcionara únicamente al contacto con su piel,
pero esto le permitiría a ella decidir unilateralmente, al margen de la
voluntad del posible progenitor.
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