Seguramente su dama ha procedido
con la intención de amenizar vuestra sexualidad y de potenciar la intensidad
del placer mutuo, pero como en el Campo de Venus este asunto afecta por lo
menos a dos, quizá haya errado al actuar inconsultamente. Todos los piercings
genitales (los hay destinados al clítoris mismo, sólo a su capuchón y los que
se insertan en los labios vaginales) pueden retirarse, con el sólo riesgo de
dejar una cicatriz, cuya magnitud depende de la piel de la portadora y del
tamaño y material de la joya. Ante el
hecho consumado, podría deponer su furia y darle la oportunidad al
adminiculo. Si persistiera su disgusto,
encuentre una bonita forma de decirle a su dama: “el piercing o yo”.
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