Aunque la definición misma de las
cosquillas incluye la sensación de disgusto (“cierta conmoción desagradable que
suele provocar involuntariamente la risa”), muchos se consideran muy hábiles en
el arte de cosquillear como disparador de la libido; su dama pareciera contarse
entre ellos. Estudios realizados postulan
que las cosquillas propician la generación de endorfinas, estimulando el deseo
sexual. Pero usted prueba que lo que
para algunos es interruptor mágico del deseo y experiencia casi orgásmica es,
para otros, auténtica tortura. Ya que
usted ni siquiera encuentra divertidas las cosquillas sexuales de su dama,
revéleselo y rebélese.
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