Ni la voracidad de su dama ni el
goce que éste le proporciona son dignos de tal calificativo. Así como hay hombres a quienes el destino de
su emisión seminal les es completamente indiferente, hay, como usted, quienes
disfrutan extraordinariamente de que el receptáculo sea la oralidad
femenina. Y así como muchas mujeres
rechazan visceralmente tal proceder, las hay como su amante, que alcanzan así
las cimas del placer. Ésta es una
práctica aún tabú en Occidente, mientras que en otras culturas es vista como
natural y beneficiosa. Ustedes han
hallado un goce mutuo que no tiene por qué atribularlo, siempre y cuando esté
completamente seguro de no ser portador de ninguna enfermedad de transmisión
sexual.
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